Los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses cerraron el mes de junio con fuertes descensos, con los inversores descontando ya sin prácticamente excepciones una futura entrada en recesión de las principales economías desarrolladas, recesión que algunos analistas sitúan tan pronto con en la segunda mitad de este ejercicio y otros, los más “optimistas”, a comienzos de 2023.

Cabe enumerar varios “hitos” negativos alcanzado por la renta variable occidental en lo que va de año:

i) el 2T2022 ha sido el trimestre más negativo para los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses desde el 1T2020, cuando se declaró la pandemia;

ii) los principales índices bursátiles estadounidenses han encadenado tres trimestres seguidos a la baja; y

iii) el comportamiento del S&P 500 estadounidense (-20,6% en el año) ha sido el peor en un primer semestre de un año desde 1970, mientras que el Dow Jones (-15,3% en el año) no registraba un primer semestre tan negativo desde 1962; por su parte, tanto para el Nasdaq Composite (-29,5% en el año) como para el Russell 2000 el 1S2022 es el primer semestre más negativo jamás registrado.

En resumen, la corrección experimentada por las bolsas occidentales en los primeros seis meses del año, corrección que también han sufrido los mercados de renta fija -han registrado uno de sus peores semestres de la historia- o las criptodivisas, ha sido algo excepcional que, como hemos intentado demostrar, “no ocurre habitualmente”. En este periodo de tiempo únicamente las commodities, lideradas por el precio del crudo, que ha subido el 40% en el periodo, han sido capaces de esquivar esta debacle.

Detrás de este comportamiento destacaríamos como principal “culpable” a la elevada inflación, inflación que ha sido en gran medida causada por las políticas monetarias ultralaxas de los bancos centrales y por las políticas fiscales expansivas de los distintos gobiernos. Así, lo que empezó siendo un problema de oferta tras la fuerte recuperación que experimentaron las economías tras los primeros meses de la pandemia, se ha convertido, con “mucha ayuda” de los bancos centrales y de los gobiernos de las principales economías desarrolladas, que han inundado el sistema de liquidez, en un serio problema de demanda.

Por último, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, unido a las sanciones impuestas por Occidente a este último país, y la política de “Covid-cero” aplicada por el Gobierno chino para intentar frenar la última ola de la pandemia en el país han acrecentado la presión de los precios a nivel global y, muy probablemente, han “dado la puntilla” a la economía mundial.

A partir de ahora el comportamiento de los mercados financieros va a depender en gran medida de cómo evolucione el escenario macroeconómico, especialmente de cómo lo haga la inflación. También va a ser muy relevante para la evolución de la renta variable en el corto/medio plazo lo que digan las compañías cotizadas cuando den a conocer sus cifras del 2T2022 y den su opinión sobre cómo ven el devenir de sus negocios en lo que resta de ejercicio.

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